No hay una fórmula infalible para el éxito. Sin embargo, si nos fijamos bien, veremos que los grandes inventos y la innovación tienen algunas cosas en común: personas entusiastas con una idea, un incentivo y un momento propicio. Estos factores confluyeron también en la creación de la primera cámara de red Axis. Todo empezó con un viaje a Japón…
Un viaje al nacimiento de una idea revolucionaria
Hagamos un salto en el tiempo, hasta un día de principios de los noventa cuando alguien plantó la semilla de una gran idea: Martin Gren, cofundador de Axis, estaba de viaje de negocios en Tokio, visitando a unos clientes potenciales. Uno de ellos tenía un inventario de cámaras analógicas que le resultaba muy difícil, por no decir imposible, quitarse de encima. Como sabía que Axis había experimentado con tecnologías para conseguir unas redes más eficientes, le preguntó a Martin si sería posible conectarlas a una red. Martin Gren vio el potencial y la idea empezó a germinar.
Lo que no sabía en ese momento es que un ingeniero de Axis llamado Carl-Axel Alm estaba desarrollando el prototipo de un sistema de videoconferencias en red. Cuando Martin regresó de Japón y vio en qué estaba trabajando su compañero, se dio cuenta de que esa idea no estaba tan lejos de hacerse realidad. Sin embargo, Martin propuso un cambio: en lugar de utilizar la tecnología desarrollada para un sistema de videoconferencias, un sector que no veía como un camino de futuro para Axis, ¿por qué no aprovechar el nuevo hardware para crear una cámara de red?
Al hablar del desarrollo de una cámara de vídeo en red capaz de recibir datos de control y enviar imágenes grabadas a través de Internet, es importante recordar que todo este proceso tuvo lugar antes de la generalización del World Wide Web. En esa época, lo utilizaban básicamente ingenieros y especialistas en redes. Por lo tanto, el equipo tuvo que crear el producto pensando en la tecnología disponible en ese momento. Echando la vista atrás, Carl-Axel explica: “Si tu jefe era enrollado, podías tener un ordenador de 200 Mhz y un módem. Los equipos iban lentos y solo te daban un fotograma cada 17 segundos (o 3 fotogramas por minuto). Así que los productos que creamos estaban en línea con la tecnología disponible en ese momento”. Martin, por su parte, añade: “Desarrollamos el producto solo porque podíamos, no porque le viéramos un mercado”.
Finalmente, el 17 de septiembre de 1996 en Atlanta, justo después de los Juegos Olímpicos, vio la luz el resultado de tanto trabajo: se presentó la primera cámara de red de la historia: la “NetEye”, la cámara de red AXIS 200.
Pero, ¿quién fue el primer cliente? “Teníamos un modelo de negocio indirecto, pero igualmente recibíamos llamadas de asistencia técnica y leads de usuarios finales. La primera llamada que recibimos fue ni más ni menos que de Steve Wozniak, uno de los dos fundadores de Apple. Resultó que tenía un buen plantel de AXIS 200”, explica Martin.
Sensaciones y momentos reveladores
Muchos grandes inventos destinados a romper moldes chocan al principio con la incomprensión, y la primera cámara de red no fue una excepción. “Hubo dos momentos que me ayudaron a darme cuenta de que teníamos algo grande entre manos. El primero fue cuando visitamos la feria Ifsec en Inglaterra durante la primavera de 1996, antes del lanzamiento de la AXIS 200. Allí vimos que todo era analógico. Había dos opciones: o el sector seguía con la senda analógica o es que estábamos ante algo realmente importante. El segundo momento fue en la misma feria en 1998 cuando presentamos la cámara y vimos claramente que la gente nos infravaloraba. Pensaban que nos habíamos equivocado de feria y que estábamos produciendo cámaras web de bajo coste”.
La venta de las primeras cámaras y el nacimiento del chip ARTPEC
“Cuando empezamos a trabajar en la AXIS 200, lo hicimos porque podíamos, no porque nos lo pidiera el mercado. Pero en cuanto fuimos a ferias de seguridad, como Ifsec, nos dimos cuenta de que la tecnología existente estaba desfasada (porque era básicamente analógica), al igual que el modelo de negocio del sector de la videovigilancia”, asegura Martin. En ese momento, uno de los modelos de negocio típicos era el siguiente: los comerciales de los fabricantes eran los que vendían los productos directamente a los integradores y los usuarios finales. A diferencia de muchas otras empresas, Axis era una compañía con un arraigado y estricto modelo de dos niveles: la empresa solo vendía sus productos a distribuidores, que luego los comercializaban a integradores. No había lugar para las excepciones. Como las cámaras de red necesitan de un ecosistema de software, servidores, switches y routers, el viejo modelo perdía toda su validez y, más importante aún, el modelo de negocio de dos niveles era mucho más escalable.
Axis empezó a cerrar más y más tratos, lo que fue una inyección de confianza para el equipo: estábamos haciendo algo grande. En este contexto, la compañía decidió invertir en el desarrollo del primer chip del sector diseñado específicamente para cámaras de red, el chip ARTPEC-1, que significa Axis Real Time Picture Encoding Chip. El nombre fue acuñado por uno de los empleados del departamento de marketing de Axis en Boston. “La inversión en el primer chip ARTPEC fue tan importante que, si no llega a salir bien, nos podía haber costado la compañía. Nos dimos cuenta de que era una magnífica oportunidad y proseguimos con el desarrollo para hacer avanzar la empresa”, explica Martin. Axis no tuvo que esperar mucho tiempo para empezar a recoger los frutos de esta decisión: el chip ARTPEC se convirtió en la base que permitió el crecimiento meteórico del negocio de las cámaras en un momento en que las cámaras ya eran garantía de una buena videovigilancia. Y económicamente la inversión comenzó a dar réditos.
La historia detrás del primer diseño
El singular diseño de la cámara fue otro de los motivos por los que la cámara acaparó tantas miradas, ya que no tenía líneas rectangulares, como todas las cámaras de esa época. Este peculiar diseño tuvo efectos colaterales. “Sus líneas eran fantásticas y catastróficas al mismo tiempo. Eran fantásticas porque nos catapultaron a la portada de muchas revistas de informática, al ser tan diferentes. Y eran catastróficas, porque nos costó horrores encontrar una carcasa que encajara con la cámara”, cuenta Carl-Axel.
“Vivimos una anécdota graciosa cuando la cámara ya estaba en el mercado —explica Martin—. Uno de los técnicos del servicio de asistencia, Kettil, recibió la llamada de un cliente que había instalado una AXIS 200 en una pista de esquí y la cámara no funcionaba. En esa época, teníamos problemas para encontrar una carcasa que encajara con la cámara, como ha contado Carl-Axel. Kettil le preguntó al cliente qué temperatura tenían, y el cliente le dijo que estaban a -22 ºC. Kettil quiso saber entonces qué tipo de carcasa usaba, a lo que el cliente respondió: '¿Carcasa? ¿Qué carcasa?' 'Bueno... tiene que usar una carcasa si va a colocar la cámara fuera...'”.
Los obstáculos de la “NetEye”
Por lo que hemos contado hasta ahora, puede parecer que el camino fue sencillo, pero como ha sucedido con muchos otros grandes inventos lo cierto es que no estuvo exento de obstáculos. Algunos fueron pequeños. Por ejemplo, en un punto el equipo descubrió que registrar una segunda marca comercial para el nombre interno del producto (“NetEye”) sería demasiado caro y decidieron quedarse con AXIS 200. Sin embargo, nunca dejaron que estas dificultades les echaran atrás. “Abandonar nunca fue una opción para nosotros. Lo más importante fue que nuestra división estaba separada del resto de Axis, lo que nos daba la libertad y el espacio para explorar nuevas ideas. Creo que, de lo contrario, nunca hubiéramos llegado tan lejos”, apunta Martin.
“Estoy de acuerdo”, añade Carl-Axel. “Teníamos un pequeño equipo de 8-10 personas que pilotaba la división de cámaras de forma totalmente autónoma respecto al resto de Axis. Y esto nos dio la posibilidad de probar cosas nuevas y aprender de nuestros errores. Al mismo tiempo, también fue muy útil poder contar con la ayuda del resto de la empresa en aspectos como las compras, las ventas o las finanzas”.
Hasta entonces, la dirección no había estado al corriente de los contratiempos mencionados y todavía no veía del todo clara la apuesta por un producto que, en los años noventa, ni siquiera existía. Anteriormente se habían introducido innovaciones, pero principalmente eran complementos o mejoras de productos existentes y, por tanto, eran mucho más fáciles de defender, tanto ante los clientes como ante los directivos. “Hice la presentación a la junta directiva de Axis y traté de demostrarles que estábamos ante algo muy grande: utilizar un navegador web para poder ver las imágenes de la cámara marcaba realmente un antes y un después. Después, la solución se convirtió en un servidor web con imágenes en tiempo real. Finalmente, con Mikael Karlsson y la junta directiva acordamos fijar un objetivo de 10.000 unidades vendidas en dos años. A los dos años habíamos vendido 14.000. Creo que no está mal teniendo en cuenta que era un producto totalmente nuevo”, opina Martin. Las cifras hablaban por sí solas, por lo que Martin Gren recibió la batuta de la división de cámaras. Empezaba una nueva era en Axis.
Una cámara pequeña para Axis, un gran salto para la videovigilancia
Por suerte, Martin y Carl-Axel no se arrugaron ante estos desafíos y siguieron adelante con el desarrollo de la AXIS 200, un dispositivo que se convertiría en la piedra angular para vislumbrar un mundo más seguro e inteligente gracias a las soluciones de red, que ahora abarcan también la videovigilancia en red, el análisis de datos, el control de acceso y los sistemas de audio.
No deja de resultar maravilloso constatar como dos ideas pueden fundirse y dar luz a un dispositivo como la AXIS 200, capaz de transformar para siempre el sector de la vigilancia. Nadie, ni siquiera los desarrolladores, podía haber imaginado hasta donde les llevaría aquel sueño veintitrés años más tarde: la cámara de red no solo abrió la puerta a nuevas tecnologías sino también a muchísimas aplicaciones, tan interesantes como complejas.
Escuchando las palabras de los dos inventores, queda clara su pasión por lo que hacen. “Llevo en Axis más de 25 años y he visto nacer las cámaras térmicas, las cámaras modulares y el radar. Sigo siendo un ingeniero de desarrollo, porque no dejo de tener esa vena de inventor chiflado. Desarrollar cosas nuevas e interesantes es lo que me motiva. Cosas que puedan venderse a gran escala. No me gusta desarrollar productos solo por capricho, sino soluciones buenas y que los clientes aprecien”, reflexiona Carl-Axel con una sonrisa en la boca.